Somos locales en nuestra tierra. Hemos explorado las carreteras menos transitadas y descubierto el patio trasero lleno de caminos de montaña desde que éramos niños. Desde entonces llegamos a amar nuestro espacio y la comunidad que hace que el ciclismo sea más que un deporte o medio de transporte, si no, un estilo de vida. Pero al buscar un lugar donde colgar nuestras bicis, nunca llegamos a encontrarlo. Ese templo donde existe esa verdadera camaradería, charlas de historias épicas de rodadas igual de épicas, leyendas y mitos de ciclismo, amor por el ácido láctico, odio por la pájara, romance sobre ruedas. Un lugar donde se respire y crezca todo lo que se vive sobre dos ruedas. Un Templo donde compartamos esas mismas creencias y saberes ciclistas.
Creemos que el ciclismo transforma vidas, por lo que el templo ciclista dibujará sonrisas por los consejos y charlas que se viven todos los días. Cada minuto, dentro y fuera del templo compartiremos nuestra pasión por el deporte más increíble del mundo.